Sobre el Restaurante

El discreto encanto de una casa de comidas
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Ávila, cuna de caballeros y de místicos. Sus murallas defensivas se unen a una catedral que, siglos atrás, servía para orar y para encararse al enemigo. Escoltada por las esculturas de unos leones unidos entre sí por cadenas, la entrada principal al templo se halla por su fachada norte.

Sin embargo, todos los abulenses saben que es su puerta occidental la que se convirtió en su más transitado acceso, con una decoración grandiosa en torno a su arco de medio punto, con escenas de sus santos locales y diversos motivos florales. En las jambas, dos extraños personajes con escamas de pez custodian la entrada a lugar sagrado y lo protegen intimidantes. De algún modo, también vigilan de soslayo la Plaza de la Catedral y los edificios que la conforman. Incluido el que acoge, frente a ellos, la casa de comidas Alcaravea. “Estamos en un enclave privilegiado, el corazón de la ciudad”, reconoce Pepe Sánchez, su propietario. “Nuestra ubicación nos visibiliza, hace que sea sencillo localizarnos: justo frente a la catedral, en la primera planta. No hay pérdida”.

El discreto encanto de una casa de comidas

Pocos actos humanos tienen

un carácter tan íntimo y emocional

…como sentarse alrededor de una mesa. Pocas experiencias conectan con el mundo privado de los sentidos. En torno a una comida pueden celebrarse alegrías, iniciarse amores, estrechar lazos o sellar acuerdos. Incluso, más allá de los propios platos que nos presenten. Porque, como decía Cicerón, “el placer de los banquetes debe medirse no solo por la abundancia de los manjares, sino por la reunión de los amigos y por su conversación”. Así debería ser en toda casa de comidas que se precie para merecer tal nombre. Y así es en Alcaravea, un restaurante en el que la carta cobra tanta importancia como el hecho de que los comensales se sientan realmente a gusto en sus comedores.

 

Humildad y honestidad son dos de las cualidades que lo han convertido en un referente gastronómico de Ávila y que practica, con mimo, todo el equipo liderado por Pepe Sánchez.

“Aquí no hay trampantojos ni falsas ilusiones, tampoco cocina-espectáculo. Los protagonistas no somos nosotros, sino nuestros clientes, quienes deciden entrar a nuestra casa de comidas y sentirse en ella como si fuera la suya propia”

Asegura el empresario. Hoy, más que nunca, todos queremos disfrutar de nuestro tiempo en establecimientos que nos den confianza, lugares en los que sea posible apurar al máximo cuanto nos ofrecen en un ámbito de tranquilidad y plenas garantías. En Alcaravea resulta posible. Siempre con una puesta en escena impecable y que hace igualmente felices a las familias que se encuentran en torno a la mesa, a los profesionales que aquí se reúnen o a los viajeros curiosos.

“Como casa de comidas que es, buscamos que sea sencilla y acogedora. De hecho, el espacio que ocupa hoy nuestro restaurante, hace décadas, estaba reservado a viviendas. Hemos respetado esa configuración hogareña y, en vez de hacer una sala diáfana, apostamos por tres comedores: habitaciones amplias y llenas de luz, con suelos de madera, que garantizan la intimidad del comensal para hacerlo sentir cómodo y relajado”.

En Alcaravea saben bien que los detalles convierten los espacios en escenarios únicos. Por eso, los cuidan con auténtico esmero: una decoración sencilla en tonos cálidos, con cómodas sillas y mesas que invitan, no solo a degustar ricas viandas, sino también a practicar el arte de la sobremesa; inmaculadas servilletas y manteles que, por supuesto, se cambian en cada servicio, así como los cubiertos; una cristalería y vajilla contemporáneas, pero sin estridencias; una música suave que se adapta al tipo de cliente que ocupa cada sala, y esa luz que crea la atmósfera perfecta en cada momento y que procede, en gran medida, de esos ventanales con vistas privilegiadas a la catedral y a los legendarios personajes de piedra que la guardan.

“Sabemos que cada cliente que sube a nuestra casa de comidas es distinto, así que intentamos que cada experiencia gastronómica se acerque lo más posible a sus gustos y que viva Alcaravea como un auténtico hogar, donde todo sea amable y nada invasivo. Eso marca la diferencia, la gente lo valora y hace que siempre desee volver”.

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